Distribución Gourmet en Madrid
Los salineros aprovecharon la riqueza aportada por el manantial que resurge en la valle desde hace milenios. Crearon estructuras, canales y pozos para encauzar la salmuera con la que rellenan las eras.
En estas plataformas, usando solo el sol y el viento como ingredientes, el agua se evapora, dejando tras de sí la sal. Así, aflora de las profundidades el mineral puro en grano, que esperar lo mínimo posible, para que los brazos de los hombres y mujeres del valle lo recojan sin ayuda de maquinaria alguna en la época de mayo a septiembre.
Se vierten entre dos y cuatro centímetros de salmuera en las plataformas, para exponerla al sol y al viento. Esto se hace desde los pozos, usando formas y herramientas adaptadas a las necesidades de la granja del salinero.
Se produce en las cuatro horas siguientes. Comienza creándose una fina tela sobre la salmuera, que con el tiempo se rompe en partes llamadas flores de sal. Si es lo que se busca producir, se recogen con herramientas específicas que evitan romper estas escamas. Si lo que se busca es la sal mineral, se remueve para que caiga al fondo de la era y lograr que cuaje de manera uniforme.
Se acelera la cristalización revolviendo de nuevo la salmuera con el rodillo. En las eras donde se hayan quedado zonas secas por sus irregularidades en la construcción, se riega salmuera precalentada en pequeños pozos, para no cortar el proceso de evaporación natural.
El producto se recolecta cuando todavía queda algo de agua, con el objetivo de que la sal de someta a un último lavado. Se forma un montón en el centro de la era, que luego se introduce en cestos de madera de castaño, donde se deja un poco de tiempo para que escurra el líquido sobrante.
Almacenaje. La sal ya escurrida se introduce en los almacenes de las granjas, bajo las eras.